"Porque sin duda alguna... el amor prohibido... es el más placentero..."

viernes, 19 de agosto de 2011

Capitulo 3 Bloodlines

Capitulo 3

El viaje a Palm Springs fue una agonía.


Estaba exhausta por haber sido sacada de la cama, y aun cuando Keith tomo el volante, no pude sentir sueño. Tenía mucho en mi mente: Zoe, mi reputación, la misión en mis manos... mis pensamientos daban vueltas. Esperaba poder arreglar todos los problemas de mi vida. El que Keith condujera no me hacía sentir menos ansiosa.


También estaba triste porque mi padre no me había dejado despedirme de mi madre. Había dicho una y otra vez que no debíamos dejarla descansar, pero yo sabía la verdad. Tenía miedo de que si ella se enteraba que me estaba yendo, me lo impediría. Mi última misión la había hecho enfurecer. Había viajado alrededor del mundo sola, y había sido devuelta sin ninguna pista sobre el próximo lugar al que tendría que ir. Mi madre pensaba que los alquimistas me usaban de mala manera y le había dicho a mi padre que tenía que hablar con ellos para que me trataran mejor. No sé si ella podría haber evitado los planes de esta noche, pero no quería arriesgarme en caso de que Zoe fuera enviada en mi lugar. Ciertamente no esperaba una despedida cálida de parte de él, pero me sentía extraña yéndome en condiciones tan inestables con mi hermana y mi madre.


Cuando llego el amanecer, el paisaje de Nevada se volvió un mar resplandeciente de color rojo y cobre, me di por vencida y me dedique a mirar a través del vidrio. Compre una taza de café en una estación de gas con servicio las 24 horas y le asegure a Keith que podía conducir el resto del camino. Lo acepto de buena gana, pero no iba a dormir. Compro café y charlamos las restantes horas. Todavía mantenía su nueva actitud de "somos amigos". Estaba decidida a no darle ninguna razón para dudar de mi, así que me esmere en sonreí y asentir apropiadamente. Era algo un poco difícil de hacer mientras mantenía los dientes apretados.


Parte de la conversación no fue tan mala. Podía manejar la conversación sobre negocios, y aun teníamos muchos detalles en los que trabajar. Me dijo todo lo que sabía de la escuela, y asimile toda la información que me dio sobre mi futuro hogar. La escuela preparatoria Amberwood era aparentemente una escuela prestigiosa. Para los estándares de los alquimistas, sabía todo lo que necesitaba para mi trabajo, pero algo en mí siempre me hacia desear mas y mas conocimientos. Tenía que controlarme con mis lecturas e investigaciones, pero aun así, el colegio... o simplemente estar cerca de aquellos que sabían más que yo y que tenían cosas por enseñarme, era una de mis fantasías.


Como un "senior," tendría privilegios fuera del campus, y uno de los primeros en nuestra lista de trabajo, después de las identificaciones falsas, era conseguirme un auto. Saber que no me quedaría atrapada en el colegio hacia las cosas un poco más soportables, a pesar de que era obvio que la mitad del entusiasmo de Keith por conseguirme un medio de trasporte propio significaba que podría asumir cualquier inconveniente que viniera con el trabajo.


Keith también menciono algo que no me había dado cuenta, pero que probablemente debería haber sabido ya. -Tú y esa chica Jill están inscritas como hermanas- Me dijo.


-¿Qué?- Trate de controlarme para evitar que el carro oscilara. Vivir con vampiros era una cosa, ¿pero estar relacionado con uno? -¿Por qué?- Demandé.


Vi de reojo como se encogía de hombros. -¿Por qué no? Eso explicaría por qué estarías tan cerca a ella... y es una buena escusa para que sean compañeras de habitación. Normalmente, la escuela no permite que dos personas de diferentes edades compartan habitación, pero... bueno... sus "padres" prometieron una gran donación para hacer cambiar su política-


Estaba tan aturdida que ni siquiera tuve mi reacción normal de pegarle cuando concluyo con una satisfecha, risa contenida. Sabía que viviríamos juntas... ¿pero hermanas? Era... extraño. No, no solo eso. Era extravagante.


-Eso es loco- Dije finalmente, aun en shock como para dar una respuesta más elaborada.


-Es solo algo en papel- Dijo.


Verdad. Pero algo como ser considerada familiar de un vampiro me dejo desubicada.


Me enorgullecía de la forma en la que había aprendido a comportarme alrededor de los vampiros, pero parte de eso vino de la creencia estricta de que era una extraña, una socia de negocios que al final se iba. Fingir ser la hermana de Jill destruía esas líneas. Tenía que fingir una familiaridad y no estaba segura de poder.


-Vivir con uno de ellos no debe ser tan malo para ti- Comento Keith, golpeando con sus dedos la ventana en una manera de ponerme nerviosa. Algo en tono casual me hacía pensar que era una trampa.


-Difícilmente- Dije, escogiendo mis palabras con cuidado. -Estuve con ellos, a lo mucho, una semana. Y realmente, la mayor parte del tiempo la pase con dhampirs-


-Es lo mismo- Replico despectivamente -En todo lo caso los dhampirs son peores. Son abominaciones. No son humanos pero tampoco vampiros. Producto de uniones no naturales-


No respondí de inmediato y en su lugar preferí fingir estar profundamente interesada en la carretera. Lo que había dicho era verdad, porque era lo que nos enseñaban los alquimistas. Moroi y Stigoi, eran oscuridad y maldad. Necesitaban sangre para sobrevivir. ¿Qué clase de persona bebía de otra? Era desagradable, y el pensar que pronto tendría que encargarme de la alimentación de un Moroi me hacía sentirme enferma.


Pero los dhampirs... eran un problema más difícil. O al menos, lo eran ahora para mí. Los dhampirs eran mitad humanos y mitad vampiros, creados por el tiempo cuando dos razas se habían mezclado libremente. Hace siglos, los vampiros se habían alejado de los humanos, y ahora ambas razas estaban de acuerdo con que esa clase de unión era un taboo. Los dhampir habían permanecido en el tiempo, como sea, los dhampir no se podían reproducir entre ellos. Solo lo podían hacer con los Moroi o humanos, y muchos Moroi lo hacían.


-¿Correcto?- Pregunto Keith.


Me di cuenta que me estaba mirando, esperando que estuviera de acuerdo con él sobre que los dhampirs eran abominaciones, o quizás esperaba que estuviera en desacuerdo. A pesar de todo, estuve en silencio durante un tiempo.


-Correcto- Dije, usando el estándar de la retorica alquimista. -En algunos casos, son peores que los Moroi. Su raza no debería existir-


-Me asustaste por un segundo- Dijo Keith. Mi mirada seguía fija en la carretera pero tenía la sensación de que me había guiñado el ojo -Pensé que los ibas a defender. Sabía que no debía creer las historias sobre ti. Puedo entender por qué deseabas la gloria, pero hombre, eso debió ser muy duro, tratar de trabajar con uno de ellos-


No le explique que una vez que pasabas un pequeño tiempo con Rose Hathaway, era fácil olvidarte de que era una dhampir. Incluso físicamente, los dhampirs y los humanos eran parecidos. Rose estaba llena de vida y pasión que a veces parecía mas humana que yo. Rose sin duda habría aceptado este trabajo con una sonrisa. -Sí, señor- No como yo.


Rose no había aceptado estar encerrada en un cárcel, con todo el peso del gobierno Moroi sobre ella. El chantaje de Abe Mazur había sido el catalizador que me había impulsado a ayudarla, pero nunca creí que Rose hubiera cometido el asesinato por el que era encarcelada. Eso fue, aparte de nuestra frágil amistad, lo que me condujo a romper las reglas de los alquimistas para ayudar a Rose y a su novio dhampir, el formidable Dimitri Belikov, a eludir las autoridades. A lo largo de todo, miraba a Rose con un algo de admiración por como luchaba contra el mundo. No podía envidiar a alguien que no era humana, pero envidiaba su fuerza, y el cómo se resistía a rendirse, sin importar lo que pasara.


Pero de nuevo, no podía decirle eso a Keith. Y aun no le creía ni por un instante, a pesar de su actuación, que de repente le parecía bien ir conmigo.


Le di un pequeño encogimiento de hombros. -Pensé que valía la pena correr el riesgo-


-Bueno- Dijo, sabiendo que no iba a conseguir más de mí. -La próxima vez que decidas irte con los vampiros y dhampirs, ten un respaldo para que no tengas muchos problemas-


Me burle -No tengo la intención de irme con ninguno de nuevo- Al menos eso era verdad.


Llegamos a Palm Springs en la tarde y empezamos a trabajar de inmediato. Estaba muriendo por dormir un poco a este punto, e incluso Keith, a pesar de su locuacidad, se veía un poco cansado. Pero sabíamos que Jill y su sequito llegarían al día siguiente, dejándonos muy poco tiempo para poner los restantes detalles en su lugar.


Una visita a la preparatoria Amberwood revelo que mi "familia" se estaba expandiendo. Aparentemente el dhampir que vendría con Jill sería algo así como nuestro hermano. Keith también iba a ser nuestro hermano. Cuando le pregunte él porque me explico que necesitábamos a alguien que viviera aquí para que sea nuestro tutor legal por si Jill o alguno de nosotros necesitaba salir de la escuela, eso nos daba algunos privilegios. Ya que nuestros ficticios padres vivían fuera del estado, era más rápido obtener resultados de él. No me podía quejar de la lógica del plan, aunque me parecía más repulsivo tener a Keith en la familia que a un vampiro y a un dhampir. Y eso decía bastante.


Más tarde, una licencia de conducir de un experto falsificador de identificaciones declaraba que yo era ahora Sydney Katherine Melrose, de Dakota del Sur. Elegimos Dakota del Sur porque nos imaginábamos que los locales no veían muchas licencias de ese estado y no serian capaz de detectar los defectos. No era que esperaba que hubiera alguno. Los alquimistas no se relacionaban con personas que hicieran trabajos de segunda categoría. Además me gustaba la imagen del Monte Rushmore en la licencia. Era uno de los pocos lugares de los Estados Unidos donde nunca había estado.


El día acabo con lo que más había esperado: un viaje al depósito de autos. Keith y yo regateamos tanto entre nosotros como con el vendedor. Había sido educada para ser práctica y mantener mis emociones bajo control pero amaba los carros. Era una de las pocas cosas que había heredado de mi madre. Ella era una mecánica, y algunos de mis mejores recuerdos de mi niñez eran de nosotras trabajando en el garaje.


Mi debilidad era especialmente por los autos deportivos y por los autos de colección, los tipos de motores grandes que sabía que eran malos para el medio ambiente, pero era un amor culposo. Sin embargo eso estaba fuera de la cuestión para este trabajo. Keith argumentó que necesitaba algo que cualquiera pudiera manejar, así como cualquier tipo de carga, y eso era no llamar la atención. Una vez más, estuve de acuerdo con su razonamiento como una pequeña buena alquimista.


-Pero no entiendo porque tiene que ser un station wagon- Le dije.


Acabamos comprando un nuevo Subaru Outcack que cumplía con sus requisitos. Mis instintos me decían que el Subaru era lo que necesitaba. Era fácil de manejar y tenía un motor sencillo, por eso lo elegí. Y sin embargo...


-Me siento como la mamá de un equipo de futbol- Dijo -Soy muy joven para eso-


-Las madres de los equipos de futbol conducen vans- Me dijo Keith -Y no hay nada de malo con el futbol-


Fruncí el ceño. -¿Tiene que ser marrón?-


Lo tenía que ser, a menos de que quisiéramos que fuera azul o rojo, la novedad tomaba precedentes. A mi naturaleza exigente no le gustaba la idea de conducir "algo que era de otra persona." Tenía que ser mío, brillante, nuevo, y limpio. Así que hicimos un trato, y yo, Sydney Melrose, me volví la orgullosa dueña de un station wagon marrón. Lo llame Latte, esperando que mi amor hacia el café se transfiriera pronto al auto.


Una vez que acabamos con nuestras labores, Keith me dejo para irse a su departamento en el centro de Palm Springs. Se ofreció a dejarme pasar la noche ahí, pero lo rechace educadamente y elegí quedarme en un cuarto de hotel, gracias a la inmensa cuenta bancaria de los alquimistas. Honestamente, hubiera pagado con mi propio dinero para salvarme de dormir bajo el mismo techo que Keith Darnell. Ordene una cena ligera en mi habitación, disfrutando de un tiempo a solas después de todas esas horas en auto con Keith. Luego me puse mi pijama y llame a mi madre. A pesar de que estaba lejos de la desaprobación de mi padre, extrañaba tener a mi madre a mi lado.


-Esos son buenos autos- Dijo después de que le conté sobre el viaje al concesionario. Mi madre siempre había sido un espíritu libre, lo que no era la mejor pareja para alguien como mi padre. Mientras él me enseñaba ecuaciones químicas, ella me enseñaba como cambiar mi propio aceite. Lo alquimistas no se tenían que casar con otros alquimistas, pero estaba desconcertada sobre que mantenía a mis padres juntos.


-Supongo- Dije, sabiendo que sonaba taciturna. Mi madre era una de las pocas personas con las que me podía mostrar de cualquier forma menos perfecta o contenta. A ella le gustaba que expresaras como te sentías. -Creo que estoy irritada por qué no tengo mucho que decirte-


-¿Irritada? Estoy furiosa de que él no me dijera nada sobre esto- Resopló -¡No puedo creer que él te sacara de la casa de esa manera! Eres mi hija, no un mueble que puede mover a su antojo- Por un momento mi madre me recordó un poco a Rose, ambas tenían esa inquebrantable tendencia a decir lo que pasaba por sus mentes. Esa habilidad era extraña y exótica para mí, pero a veces, cuando pensaba en mi cuidado control y el ser reservada por naturaleza, me preguntaba si no era yo la extraña.


-Él no sabía todo los detalles- Dije, defendiéndolo automáticamente. Con el carácter de mi padre, si mis padres se enfadaban uno con el otro, la vida en casa se volvería insoportable para Zoe, sin mencionar el carácter de mi madre. Era mejor mantener la calma. -No le dijeron todo a él-


-Los detesto a veces- Había un gruñido en la voz de mi madre -A veces lo odio a él también-


No estaba segura de que decir o hacer. Tenía un resentimiento hacia mi padre, seguro, pero aun así era mi padre. Muchas de las decisiones que él había tomado eran por los alquimistas, y sabia que no importaba cuando ahogada me sintiera a veces, el trabajo que hacíamos era importante. Los humanos debían ser protegidos de la existencia de los vampiros. Saber de su existencia crearía pánico. Peor aún, podría provocar que algunos humanos con poca fuerza de voluntad se convirtieran en esclavos de los Stigoi a cambio de inmortalidad y con el tiempo sus almas se corromperían. Eso sucedía mas a menudo de lo que nos gustaba admitir.


-Está bien mamá- Dije con dulzura -Estoy bien. No estoy en peligro, incluso estoy en USA- Realmente, no estaba segura de la parte de "no estoy en peligro" fuera cierta, pero pensé que eso no la tranquilizaría. Stanton me había dicho que mantuviera en silencio nuestra estancia en Palm Springs, pero diciendo que seguía en el país no haría mucho daño y haría que mi madre pensara que mi trabajo era más sencillo de lo que era. Hablamos un poco más antes de que colgara, y me dijo que tenía noticias de mi hermana Carly. Todo iba bien en su universidad, lo que me había sentir aliviada. Quería desesperadamente escuchar a Zoe pero me resistía a hablar con ella. Tenía miedo de que si estuviera al teléfono con ella, descubriera que seguía enojada conmigo. O peor, que no me hablara.


Fui a la cama con melancolía, deseando poder contarle a mi madre todos mis temores e inseguridades. ¿No era lo que las madres e hijas solían hacer? Sé que ella me escucharía. Yo era quien tenía problemas para hablar, estaba demasiada envuelta en los secretos de los alquimistas como para ser una adolescente normal.


Después de un largo sueño, y cuando los rayos del sol entraron por la ventana, me sentí un poco mejor. Tenía trabajo que hacer, y tenía que hacer a un lado la lástima que sentía por mí misma. Recordé que hacia esto por Zoe, por los Moroi y por los humanos por igual. Eso me ayudo a centrarme y poner mis inseguridades a un lado, al menos por ahora.


Recogí a Keith alrededor del medio día y conduje hasta las afueras de la ciudad para encontrarnos con Jill y el solitario Moroi que nos iba a ayudar. Keith tenía mucho que decir sobre él, se llamaba Clarence Donahue. Clarence había vivido en Palm Springs por tres años, desde la muerte de su sobrina en L.A, lo que lo había traumado. Keith lo había usado un par de veces en antiguos trabajos y continuaba haciendo bromas sobre su salud mental.


-Está cerca al banco de sangre, ¿sabes?- Dijo Keith, riéndose solo. Podía apostar que llevaba días esperando usar esa línea.


La broma era probé, y estupida, pero mientras más nos acercábamos a la casa de Clarence, Keith se iba poniendo más nervioso. Algo se me ocurrió.


-¿Cuantos Moroi has conocido?-Pregunte mientras salía del camino principal y entrando en uno largo y sinuoso. La casa era salida de una película gótica, cuadrada y hecha de ladrillos grises que no combinaban con la arquitectura de Palm Springs. Lo único que me recordaba que estábamos en el sur de California eran las tres palmeras alrededor de la casa. Era una rara yuxtaposición.


-Suficientes- Dijo Keith, evasivamente. -Puedo estar alrededor de ellos-


La confianza en su voz sonó forzada. Me di cuenta que a pesar de su tiempo en este trabajo, sus comentarios sobre las razas Moroi y dhampir, y la manera en que juzgaba mis acciones, Keith estaba muy, muy incomodo con la idea de estar cerca de no humanos. No era algo comprensible. La mayoría de los alquimistas lo estaría. Gran parte de nuestro trabajo no nos hacía pasar tiempo en el mundo vampírico, era el mundo humano el que nos necesitaba. Pruebas que cubrir, testigos que sobornar. La mayoría de los alquimistas tenían muy poco contacto con los vampiros, la mayoría de cosas que sabían eran por alguna historia familiar. Keith decía que conocía a Clarence pero no mencionaba el haber pasado tiempo con otros Moroi o dhampirs, ciertamente no con un grupo de ellos, como el que íbamos a encontrar.


No estaba más emocionada que él sobre estar junto a un grupo de vampiros, pero me di cuenta de que no me asustaba tanto como antes. Rose y sus compañeros me habían hecho más fuerte ante esto. Incluso había estado en la Real Corte Moroi, uno de los pocos lugares que los alquimistas nunca visitaban. Si había podido caminar por el corazón de su civilización y salir intacta, ciertamente podía manejar lo que estuviera dentro de esa casa. Es cierto que sería un poco más fácil si la casa de Clarence no luciera como la espeluznante mansión embrujada de una película de terror.


Caminamos hacia la puerta, éramos un grupo en nuestro estilo, llevábamos el atuendo formal de los alquimistas. Sean cual sean sus fallas, Keith estaba bien arreglado. Llevaba pantalones caqui con una camisa blanca de botones y una corbata de seda de color azul marino. La camisa era de manga corta pero dudaba que lo ayudara con este calor.


Tardíamente me di cuenta de que combinábamos.


Keith levanto su mano para tocar la puerta, pero esta se abrió antes de que él pudiera hacer algo, me estremecí, un poco, nerviosa a pesar de lo que me había dicho antes.


El chico que abrió la puerta nos mira tan sorprendido como nosotros a él. Sostenía un paquete de cigarros en la mano y aparentemente había estado saliendo para fumar. Se detuvo y nos miro de nuevo.


-Así que, ¿están aquí para convertirme o matarme?-


El comentario fue suficiente para alejarme de mi ansiedad. El que hablaba era un chico Moroi, un poco mayor que yo, de un cabello marrón oscuro que, sin duda, estaba cuidadosamente arreglado para verse desordenado. A diferencia del ridículo intento de Keith con el gel, este chico lo había hecho bien. Como todos los Moroi, era pálido y de estructura alta. Sus ojos verde esmeralda nos estudiaron desde un rostro que podría haber sido esculpido por uno de los clásicos artistas que yo tanto admiraba. Sorprendida, rechace la comparación tan pronto como apareció en mi cabeza. Después de todo era un vampiro. Era ridículo admirarlo como si fuera un ardiente chico humano.


-Señor Ivashkov- Dije educadamente. -Es agradable volverlo a ver-


Él se congelo y me estudio desde su estatura mayor. -Te conozco. ¿Cómo te conozco?-


-Nosotros...- Estaba por decir "nos conocimos" pero me di cuenta de que no era correcto por qué no habíamos sido presentados formalmente la última vez que nos vimos. Él solo había estado presente cuando Stanton y yo habíamos sido transportadas a la Corte Moroi para un interrogatorio. -Nos encontramos el mes pasado. En tu Corte-


El reconocimiento brillo en sus ojos. -Cierto, la alquimista- Pensó un momento y me sorprendió cuando dijo mi nombre. Con todo lo que había pasado cuando había estado en la Corte Moroi, no había esperado que alguien me notara. -Sydney Sage-


Asentí, tratando de no parecer nerviosa ante su reconocimiento. Luego me di cuenta de que Keith se había congelado a mi lado. Estaba confirmando que podía "controlarse" estando cerca de un Moroi, pero aparentemente, eso significaba mantener la boca cerrada por qué no decía nada. Aun con una sonrisa en mi rostro dije. -Keith, este es Adrian Ivaskov. Adrian este es mi colega, Keith Darnell-


Adrian le ofreció su mano, pero Keith no la tomo. No sabría decir si eso podría haber sido debido a que Keith seguía en shock o porque no quería tocar a un vampiro. A Adrian pareció no importarle. Bajo su mano y tomo un encendedor, caminando entre nosotros mientras lo hacía. Hizo un gesto hacia la puerta con la cabeza.


-Los están esperando. Entren- Adrian se acerco al oído de Keith y hablo con una voz siniestra. -Si te atreves- Palmeo el hombro de Keith y soltó una risa "Muhahaha" como un monstruo.


Keith casi saltó en el aire. Adrian se rio entre dientes mientras caminaba hacia el jardín, encendiendo uno de sus cigarros. Lo fulmine con la mirada, pensando que había sido un poco divertido, y le di un codazo a Keith para que entrara. -Vamos- Dije al tiempo que sentía el aire acondicionado.


Sin nadie más, Keith pareció cobrar vida. -¿Que fue eso?- Demando mientras entrabamos a la casa -¡Casi me ataco!-


Cerré la puerta. -Eso fue porque parecías un idiota. Y él no te hizo nada. ¿Podrías haber actuado menos aterrado? Ellos saben que no nos gustan, y tú parecías a punto de huir-


Tenía que admitir que me gusto ver a Keith fuera de guardia, pero la solidaridad humana me decía que no me iba a cuestionar sobre a qué lado apoyaba.


-No es cierto- Argumento Keith, pensando que había sido demasiado vergonzoso. Caminamos por un largo pasillo de piso de madera oscura que parecía absorber la luz. -Dios, ¿Qué está mal con estas personas? Oh, ya sabes. No son personas.-


-Shh- Dije, un poco sorprendida por la vehemencia de su voz. -Están ahí. ¿Puedes escucharlos?-


Pesadas puertas francesas estaban al final del pasillo. El vidrio estaba teñido, no dejando ver lo que había dentro, pero un murmullo de voces podían ser escuchadas. La ira en la cara de Keith desapareció y ambos soltamos una respiración, compadeciéndonos. Esto era el comienzo.


Avanzamos al mismo tiempo.


Cuando vi quien estaba dentro, tuve que detener mi barbilla para que no cayera como la de Keith hace un momento.


Por un instante no pude respirar. Me había burlado de Keith por estar asustado de estar con vampiros y dhampirs, pero ahora, cara a cara con un grupo de ellos, me sentí atrapada. Las paredes se cerraban, y solo podía pensar en colmillos y sangre. Mi mundo se tambaleo, y no solo por el tamaño del grupo. Abe Mazur estaba aquí.


Respira, Sydney, respira, me dije a mi misma. No era fácil, pensé. Abe representaba miles de miedos para mi, mil enredos en los que me había metido.


Despacio, mi subconsciente volvió, y me mantuve controlada. Abe no era el único ahí, después de todo, y me concentre en los otros para ignorarlo.


Otras tres personas estaban sentadas en la habitación con él, dos de las cuales reconocí. El desconocido, un Moroi anciano con poco cabello y un gran bigote blanco, tenía que ser nuestro anfitrión, Clarence.


-¡Sydney!- Esa era Jill Mastrano, sus ojos brillaban de emoción. Me gustaba Jill, pero no había pensado que había causado una impresión en ella como para justificar esa bienvenida. Jill parecía como si estuviera por correr y abrazarme, así que rece para que no lo hiciera. No necesitaba que Keith viera eso. Más importante, no necesitaba que Keith lo reportara.


Además Jill era un dhampir, una que conocía de la misma manera que a Adrian, eso era, lo había visto pero nunca nos habíamos presentado. Eddie Castle también había estado presente cuando había sido interrogada en la Corte Real, si mi memoria no se equivocaba, y se había metido en algún problema. Para todos los intentos y propósitos, él se veía como un humano, con un cuerpo atlético y un rostro que parecía haber pasado mucho tiempo al sol. Su cabello era de un marrón rojizo, y sus ojos avellana pasaban de mí a Keith de una manera cuidadosa. Así era como lo hacían los guardianes. Ellos estaban en alerta, siempre esperando por la próxima amenaza. De alguna manera, lo encontraba tranquilizador.


El estudio que le había dado a las personas en la habitación me llevo de nuevo a Abe, quien había estado mirándome y parecía divertido con el hecho de que lo había estado ignorando. Tenía una sonrisa maliciosa.


-¿Por qué, señorita Sage?- Dijo lentamente. -¿No va a saludarme?-

miércoles, 17 de agosto de 2011

Capitulo 2 de Bloodlines en Español

Como muchos saben ya se publicaron los 4 primeros capitulos de Bloodlines , aqui traduciremos los capitulos ^^ , este es el Capitulo 2 que aún falta terminar e iremos actualizando a medida que tengamos los caps traducidos . Esta traduccion esta hecha por el Staff de Vampire Academy Perú con el fin de ayudar a aquellas fans que se les hace dificil entender el ingles, no lo realizamos con ningun otro fin y NO TRADUCIREMOS EL LIBRO BLOODLINES por respeto a Richelle Mead . Disfrutenlos!!



Capitulo 2

Un par de personas jadeo, sin duda porque Keith había usado el término "amante de vampiros." Ninguna de las palabras era terrible por sí sola, pero juntas... bueno, representaban una idea muy censurable debido a lo que significaba ser un alquimista. Nosotros protegemos a los humanos de los vampiros. Estar del lado de estas criaturas era lo peor de lo que podíamos ser acusados. Incluso cuando los otros alquimistas me habían interrogado antes había sido muy cuidadoso con su uso de las palabras.
Las palabras que uso Keith eran casi obscenas. Horowitz pareció enojado por la manera en la que se habían referido sobre mí y abrió la boca para dar una réplica igual de mortal. Después de darnos una mirada rápida a Zoe y a mí, pareció reconsiderarlo y permaneció en silencio. Michaelson, como sea, no pudo evitar murmurar -Protégenos a todos- He hizo el signo contra el mal.
Sin embargo, no fue el insulto de Keith lo que me paralizo (a pesar de que me provoco un escalofrío). Fue el comentario anterior de Stanton. Sabemos que pidieron a Zoe.
¿Keith había solicitado a Zoe para este trabajo? Mi decisión de mantenerla alejada de esto creció a pasos agigantados. La idea de que ella se fuera con él me hizo apretar mis puños. Todo el mundo podía pensar que Keith Darnell era un chico perfecto, pero yo sabía mejor la verdad. Ninguna chica, menos mi hermana, debía ser dejada sola con él.
-Keith- Dijo Stanton, una pequeña advertencia sonaba en su voz -Respeto tus sentimientos, pero no estás en posición de hacer ese pedido-
Él se ruborizo -¡Palm Spings está a mi cargo! Tengo derecho a decidir que se hace en mi territorio-
-Puedo entender por qué te sientes de esa manera- Dijo mi padre. Increíble. Si Zoe o yo hubiéramos cuestionado la autoridad como Keith lo había hecho, nuestro padre no habría dudado en decirnos nuestros "derechos", o más bien, que no teníamos ninguno.
Keith había pasado un verano con mi familia, algunos alquimistas solían hacer eso mientras estaban en entrenamiento, y mi padre lo había tratado como el hijo que nunca había tenido. Incluso, habían habido diferencias entre su manera de ser con él y con nosotras. El tiempo y la distancia no habían disminuido eso.
-Palm Springs puede ser estar a tu cargo- Dijo Stanton -Pero este asignamiento viene de lugares en la organización que están muy por encima de tu alcance. Eres esencial para la coordinación, si, pero no tienes la última palabra aquí- A diferencia mía, sospechaba que Stanton había golpeado a un par de personas en sus días, y creo que quería hacerlo con Keith ahora. Era cómico que ella fuera mi defensora, en especial porque estaba bastante segura de que ella no se había creído mi historia de usar a Rose para progresar en mi carrera.
Keith parecía visiblemente calmado, se debía haber dado cuenta de que su explosión infantil no lo iba a llevar a ningún lado. -Lo entiendo. Pero estoy preocupado por triunfo de esta misión. Conozco a las dos chicas Sage. Incluso antes del "incidente" de Sydney, tenía serias dudas sobre ella. Pensé que al crecer cambiaria, por eso no dije nada en todo este tiempo. Ahora veo que estaba equivocado. Volviendo, creo que Zoe es una mejor elección por la posición familiar. No te ofendas, Jared- Le dio a mi padre lo que supuse que era una sonrisa encantadora.
Mientras tanto, se estaba haciendo difícil esconder mi incredulidad. -Zoe tenía 11 años cuando estuviste con nosotros- Dije -¿Cómo pudiste sacar esas conclusiones?- No le creí ni por un instante lo de sus "preocupaciones" por mí. No iba a caer en eso. Era probable que él se hubiera preocupado por el último día que estuvo con nosotras, cuando lo confronte por el oscuro secreto que tenia. Eso, estaba segura, era por lo que estaba haciendo todo esto. Quería que guardara silencio. Mi aventura con Rose era solo una excusa para lograrlo.
-Zoe siempre estuvo avanzada para su edad- Dijo Keith -Lo decías a veces-
-¡Zoe nunca ha visto un Strigoi, menos a un Moroi! Probablemente se paralizaría si lo hiciera. Eso le pasa a muchos de los alquimistas- Señale -A quien envíen tiene que ser capaz de estar cerca a ellos, y no importa de lo que pienses de mis razones, estoy acostumbrada a ellos. No me gustan, pero se como tolerarlos. Zoe solo tiene lo básico de la educación, y solo ha estudiado en nuestra casa. Todos dicen que esto es un trabajo serio. ¿Quieren arriesgarse a fallar porque enviaron a alguien sin experiencia y temores sin fundamentos?-
Acabe, orgullosa por permanecer calmada y ofrecerles un argumento muy razonable.
Barnes se removió incomodo -Pero si Keith tuvo dudas años atrás...-
-El entrenamiento de Zoe es suficiente para que pueda arreglárselas- Dijo mi padre.
¡Hace cinco minutos mi padre me había apoyado! ¿Había alguien escuchándome? Era como si fuera invisible ahora que Keith estaba en la habitación. Horowitz había estado ocupado limpiando y guardando sus herramientas para los tatuajes, pero levanto la vista para burlarse de la observación de Barnes.
-Dijiste las palabras mágicas "años atrás" Keith no pudo ser mucho más mayor de lo que son estas chicas ahora- Horowitz cerró su caja de herramientas y se apoyo casualmente en la pared, con los brazos cruzados. -No dudo de ti, Keith. No exactamente. Pero no estoy seguro de la opinión que puedas tener de ellas cuando eran unos niños-
Para la lógica de Horowitz, él estaba diciendo que yo era aun una niña, pero no me importo. Había dicho sus comentarios de una manera sencilla y fácil de entender, sin embargo Keith se quedo mirándolo como un idiota. Keith lo sabía, también, y se volvió totalmente rojo.
-Estoy de acuerdo- Dijo Stanton, quien se estaba poniendo impaciente. -Sydney quiere mucho esto, considerando que tendrá que tendrá que vivir con un vampiro-
¿Lo quería mucho? No exactamente. Pero haría lo que sea con tal de proteger a Zoe cueste lo que cueste y restaurar mi credibilidad. Si eso significaba frustrar a Keith Darnell en el camino, entonces...
-Espera- -Dije, repitiendo las palabras de Stanton -¿Dijiste vivir con vampiros?-
-Si- Dijo Stanton -Incluso si ella se está escondiendo, la chica Moroi tiene que aparentar tener una vida normal. Pensamos que mataríamos dos pájaros de un tiro si metíamos a alguien a la escuela privada con ella. Hacerse cargo de su educación e instinto. Hicimos arreglos para que fueran compañeras de habitación-
-Eso no significa... ¿Eso significa que tendré que ir a la escuela?- Pregunte, sintiéndome confundida -Me acabo de graduar- De la secundaria, al menos. Le había dicho varias veces a mi padre que me gustaría ir a la universidad pero me dejo en claro que él no pensaba que lo necesitara.
-¿Ven?- Dijo Keith, saltando ante la oportunidad -Es muy grande. La edad de Zoe coordinaría más-
-Sydney pude pasar por senior. Tiene la edad correcta- Stanton me apoyo una vez más -Además, estudiaste en casa, ¿no?
Esto será una nueva experiencia para ti. Podrás ver lo que te perdiste-
-Probablemente será fácil para ti- Dijo mi padre a regañadientes -Tu educación fue superior a la que cualquier lugar te podría haber dado- Buen cumplido ambiguo, papá.
Tenía miedo de mostrar que tan incomodo se me estaba haciendo este acuerdo. Lo resolví mirando a Zoe, lo que cambio mi pensamiento, pero las complicaciones seguían creciendo. Repetir la secundaria. Vivir con un vampiro. Mantenerla como testigo protegido. No me incomodaba estar cerca a un vampiro, pero compartir habitación con uno, incluso si era Jill, era desconcertante. Otra complicación vino a mi mente.
-¿También serás un alumno encubierto?- Pregunte a Keith. La idea de prestarle mis notas me daba nauseas.
-Claro que no- Dijo, sonando insultado -Soy muy mayor. Seré el enlace local para la misión- Estaba segura de que él había creado ese título en ese momento -Mi trabajo es ayudar en las coordinaciones del trabajo y reportar todo a mis superiores. Y no lo voy a hacer si ella va- Miro a todos a la cara cuando hablo, pero no cabía duda sobre quiere era ella. Yo.
-Entonces no se- Dijo Stanton francamente -Sydney va a ir. Esa es mi decisión, y voy a argumentar ante las autoridades superiores que estás de acuerdo. Si está en contra de su asignamiento, señor Darnell, me encargare personalmente de su transferencia fuera de Palm Springs y no tendrás que acordar nada con ella nunca más-


Todos los ojos quedaron puestos en Keith, y él asintió. Me di cuenta de que ella lo había hecho caer en una trampa. Tuve que imaginar que era por el clima que Palm Springs no tenía mucha acción vampírica. El trabajo de Keith debía ser bastante sencillo, cuando me toco trabajar en San Petersburgo tenía que hacer mucho control de daños. Ese lugar era un refugio de vampiros, al igual que algunos otros lugares en Europa y Asia donde mi padre me había llevado de viaje. Ni siquiera voy a hablar de Praga. Si Keith era transferido, no solo corría el riesgo de tener más trabajo si no que le podía tocar uno de los peores lugares. Porque a pesar de que Palm Springs no era un lugar deseable por los vampiros, sonaba como un lugar asombroso para los humanos.


La expresión de Keith lo confirmaba. Él no quería dejar Palm Springs. -¿Qué pasa si mientras estamos ahí tengo una razón para sospechar de ella por traición, de nuevo?-


-La reportas- Dijo Horowitz, moviéndose inquieto. Era obvio que él no estaba impresionado con Keith -Lo que haría cualquiera-


-Podría adelantar el entrenamiento de Zoe en ese tiempo- Dijo mi padre, casi disculpándose con Keith. Era claro de qué lado estaba. No era del mío. Ni siquiera del de Zoe, realmente. -Entonces, si crees que Sydney está fallando la puedes remplazar con ella-


Me estremecí al notar que Zoe seguía atada a esto. Si mi padre la estaba manteniendo en espera significaba que aun no estaba fuera de peligro. Los alquimistas podrían poner sus garras en ella, así como Keith. Me prometí que no importaba lo que me tomara, aunque tuviera que darle uvas en su boca, no le daría razones a Keith para dudar de mi lealtad.


-Bien- Dijo, la palabra sonó como si le estuviera causando dolor -Sydney puede ir... por ahora. Pero estaré vigilándote- Fijo su mirada en mí -Y no voy a cubrirte. Vas a ser responsable y mantendrás a la chica vampiro en línea y le darás de comer-


-¿Alimentarla?- Dije sin comprender. Claro, Jill necesitaría sangre. Por un momento, toda mi confianza vacilo. Era sencillo hablar sobre andar con un vampiro a solas cuando no pensabas en lo que los hacia lo que eran. Sangre. Era terrible, su necesidad natural de alimentarse para existir. Una horrible imagen lleno mi mente. ¿Se suponía que tenía que darle mi sangre? No, eso era ridículo. Esa era una línea que los alquimistas nunca cruzábamos. Tomando aire, trate de ocultar mi pequeño momento de pánico. -¿Cómo piensan alimentarla?-


Stanton señalo a Keith con la cabeza -¿Le explicas?- Me pareció que ella le estaba dando una oportunidad de sentirse importante, de subir su autoestima luego de su derrota. Él fue de lleno en eso.


-No vamos a tener solo un Moroi viviendo en Palm Springs- Dijo Keith. Mientras hablaba me di cuenta que su despeinado cabello estaba cubierto de gel, lo que le daba un brillo viscoso. No me parecía atractivo en lo más mínimo. Además, no confiaba en un chico que usaba más productos para el cabello que yo. -Y si me lo preguntas, él está loco. Pero es un loco inofensivo, y eso que ninguno de ellos es inofensivo. Es alguien mayor que vive a las afueras de la ciudad. Él no depende del gobierno Moroi y no está asociado con nadie, así que no le va a decir a nadie que están ahí. Lo más importante, tiene un alimentador que está dispuesto a compartir-


Fruncí el ceño -¿Realmente quieren que Jill pase el rato que está en contra del gobierno Moroi? La misión es mantenerla a salvo. Si la llevan donde un rebelde, ¿cómo sabremos que él no la va a tratar de usar?-


-Eso es un buen punto- Dijo Michaelson, viéndose muy sorprendido.


No tenía la intención de destruir el plan de Keith. Mi mente había ignorado eso, fijándose solo en un potencial problema y señalándolo. Por la mirada que me dio, pensé, era como si lo hubiera hecho a propósito para que descartaran su idea y hacerlo quedar mal.


-Obviamente no le diremos quien es ella- Dijo, la furia brillaba en sus ojos -Eso sería estúpido. Y él no está de parte de nadie. No es parte de nada. Está convencido de que los Moroi y sus guardianes lo dejaron, así que no quiere nada con ninguno de ellos. Le conté una historia sobre como la familia de Jill tiene sentimientos antisociales, así que lo comprendió-


-Está bien ser cautelosos, Sydney- Dijo Stanton. Había un destello de aprobación en sus ojos, como si le complaciera defenderme. Esa aprobación significaba mucho para mí, considerando la intensidad con la que siempre actuaba ella. -No podemos asumir nada sobre ellos. Sin embargo confirmamos todo sobre ese Moroi con Abe Mazur, quien está de acuerdo con que es inofensivo-


-¿Abe Mazur?- Se burlo Michaelson mientras se rascaba su barba canosa -Si, estoy seguro que él es un experto sobre quién es y quien no es inofensivo-


Mi corazón se sacudió ante la mención del nombre, pero intente no mostrarlo. No reacciones, no reacciones. Le ordene a mi rostro. Después de un profundo respiro, pregunte muy, muy cuidadosamente. -¿Es Abe Mazur el Moroi que viene con Jill? Lo conocí antes... pero pensé que habían dicho que era un Ivashkov quien venía con ella- Si Abe Mazur iba a vivir en Palm Spring, eso cambiaria las cosas significativamente.


Michaelson se burlo -No, nunca te enviaríamos con Abe Mazur. Él solo está ayudando a la organización con este plan-


-¿Qué hay de malo con Abe Mazur?- Pregunto Keith. -No sé quien es-


Estudie a Keith muy de cerca mientras hablaba, buscando un poco de decepción. Pero, no. Su expresión era inocente, solamente curiosa. Sus ojos azules, o más bien ojo, mostraba confusión, lo que contrastaba con su usual arrogancia. Él nombre de Abe no significaba nada para él. Solté el aire que no me había dado cuenta que estaba reteniendo.


-A canalla- Dijo Stanton categóricamente. -Sabe muchas cosas que no debería. Es útil, pero no confió en él-


¿Un canalla? Eso era subestimarlo. Abe Mazur era un Moroi cuyo apodo en Rusia, Zmey la serpiente, decía todo. Abe había hecho muchos favores para mi, favores que me costaron un enorme riesgo para mí misma. Parte del pago había sido ayudar a Rose a escapar. Bueno, él lo llamó pago, yo lo llame chantaje. No tenía intención de cruzar camino con él de nuevo, en especial porque tenía miedo de que fuera lo siguiente que me pediría. La parte frustrante era que no tenía a quien pedirle ayuda. Mis superiores no reaccionarían bien si se enteraran, eso solo se sumaría a mis otras actividades con vampiros, había hecho tratos con ellos.


-Ninguno de ellos es confiable- Señalo mi padre. Hizo la señal contra el mal de nuevo, dibujando una cruz con su mano izquierda en su hombre derecho.


-Sí, bueno, Mazur es el peor- Dijo Michaelson. Él bostezo, recordándonos a todos que era la medianoche. -¿Está todo listo, entonces?-


Hubo murmullos de asentimiento. La expresión tempestuosa de Keith demostraba cuan infeliz estaba sobre el camino que habían tomado las cosas, pero no hizo más comentarios para evitar que fuera yo la elegida. -Supongo que nosotros podemos irnos ahora- Dijo.


Me tardo un segundo darme cuenta de que con "nosotros" se refería a él y yo. -¿Ahora?-


Él se encogió de hombros. -Los vampiros estarán en camino pronto. Tenemos que ver que todo esté seguro para ellos. Si tomamos un desvió, podríamos estar ahí mañana en la tarde-


-Genial- Dije rígidamente. Un viaje en auto con Keith. Ugh. Pero, ¿qué más podía hacer? No tenía elección en esto, y aun si la tuviera, no estaría en posición de pedirle algo a otro alquimista. Había jugado todas mis cartas esa noche, y tenía que creer que estar con Keith era mejor que tener que volver a tomar el entrenamiento. Además, había luchado una gran batalla para probarme a mi misma y para evitar que vaya Zoe. Tenía que continuar mostrándome dispuesta a todo. Mi padre me dio una mochila con el mismo entusiasmo con el que me ordeno ponerme presentable, antes.


Deje a los otros hablando y corrí en silencio a mi habitación, aun consciente de que mi madre estaba durmiendo. Gracias a los viajes sorpresa que mi padre me había hecho hacer durante mi infancia, era una experta en empacar rápido y eficientemente. De hecho, siempre tenía una bolsa de artículos de aseo empacados. El problema no era la velocidad, sino el preguntarte que tanto debías llevar. No me habían especificado la duración del asignamiento, y tenía la impresión de que nadie lo sabía. ¿Estábamos hablando de un par de semanas? ¿El año escolar entero? Había escuchado a alguien mencionar que los Moroi querían derogar la ley que ponía en peligro a Jill, pero eso parecía un proceso legal que tardaría un tiempo. Para empeorar las cosas, ni siquiera sabía que vestir en la secundaria. Lo único de lo que estaba segura era de que haría calor. Termine empacando diez de mis trajes más ligeros y espere que pudiera ir a la lavandería.


-¿Sydney?-


Estaba poniendo mi laptop en su bolso cuando Zoe apareció en la puerta. Había rehecho sus trenzas para que se vieran mas ordenadas, y me pregunte si lo había hecho para impresionar a nuestro padre. -Hey- Dije, sonriéndole. Entro a la habitación y cerró la puerta tras ella. Estaba complacida de que viniera a despedirse. La iba a extrañar y quería hacerle saber que...


-¿Por qué me hiciste eso?- Me reclamo antes de que pudiera decir algo -¿Sabes lo humillada que estoy?-


Me sorprendió y me quede sin habla un momento -Yo... ¿de qué estás hablando? Estaba tratando de...-


-¡Me hiciste quedar como una incompetente!- Dijo. Estaba sorprendida de ver lagrimas en sus ojos -¡Continuaste hablando de cómo no tengo nada de experiencia y no podía soportar escucharte a ti y a papá! Quede como una idiota frente a los otros alquimistas y Keith-


-Keith Darnell no es alguien a quien debas querer impresionar- Dije rápidamente, tratando de controlar mi temperamento. Viendo su expresión de rabia, suspire y repetí la conversación que habíamos tenido en el estudio. No había tratado de hacer lucir mal a Zoe más que para mostrar que no era la indicada para mandar lejos. No pensaba que ella lo tomaría así. -Mira, no estaba tratando de avergonzarte, estaba tratando de protegerte-


Soltó una dura carcajada, y la ira sonó extraña saliendo de alguien tan gentil como Zoe. -¿Es como lo llamas? ¡Incluso dijiste que querías un ascenso!-


Hice una mueca. Si, había dicho eso. Pero no le podía decir la verdad. Ningún humano debía saber la verdad acerca del por qué había ayudado a Rose. Mintiéndole a mi propia sangre, especialmente a mi hermana, me dolía, pero no había nada que pudiera hacer. Como siempre, me sentía atrapada en el medio. Así que ignore el comentario.


-Nunca intentes ser un alquimista- Dije -Hay mejores cosas para ti haya afuera-


-¿Por qué no soy tan lista como tú?- Pregunto -¿Por qué no hablo cinco idiomas?-


-Eso no tiene nada que ver- Respondí -Zoe, eres maravillosa, ¡probablemente serias una buen alquimista! Pero créeme, la vida de los alquimistas... no quieres ser parte de eso-


Quería decirle que lo detestaría. Quería decirle que nunca sería responsable de su propio futuro y que nunca podría tomar decisiones propias. Pero mi sentido del deber me lo impido, y me mantuve en silencio.


-Lo seré- Dijo -Ayudare a protegernos de los vampiros... si papá lo desea- Su voz vacilo un poco, y de repente me di cuenta de que era lo que la impulsaba a querer ser un alquimista.


-Si quieres agradarle a papá, encuentra otra forma. La causa de los alquimistas puede ser buena, pero una vez que eres uno de ellos, les perteneces- Desee poder explicarle como se sentía -No quieres esta vida-


-¿Por qué lo quieres todo para ti?- Me reclamó. Ella era unos centímetros mas baja que yo pero su furia la hacía ver inmensa.


-¡No! No quiero... no lo entenderás- Dije finalmente. Quería mover mis manos en un gesto de desesperación, pero me contuve como siempre.


La mirada que me dio me dejo congelada. -Oh, creo que lo entiendo perfectamente- Se dio la vuelta y salió apurada de la habitación, aun sin hacer ruido. Su temor a molestar a nuestro padre me hizo enojar.


Camine hasta donde había estado ella y me sentí terrible. ¿Como podía pensar que estaba tratando de llevarme la gloria y hacerla quedar mal? Porque eso era exactamente lo que estabas haciendo, señalo una voz dentro de mí. Supongo que tenía razón, pero nunca espere que ella se sintiera ofendida.


Nunca había imaginado que ella estuviera interesada en ser una alquimista. Incluso ahora, me sorprendería que su deseo fuera más por ser parte de algo, y probarse a sí misma y a nuestro padre que ella deseaba tomar esta misión.


Cualquiera que fueran sus razones, no había nada que pudiera hacer ahora. No me gustaba la manera en la que los alquimistas habían hecho un trato sobre mí, pero todavía estaba convencida de que era para proteger a los humanos de los vampiros. Y definitivamente creía en poder mantener a salvo a Jill de su propia gente y evitar una guerra civil.


-¿Por qué te demoraste tanto?- Pregunto mi padre cuando regrese al estudio. Mi conversación con Zoe había durado unos minutos, lo que era dos minutos demasiado largos para él. No hice el intento de responderle.


-Estoy listo para parir cuando tú lo estés- Me dijo Keith. Su humor había cambiado mientras estaba arriba. La amabilidad manaba de él ahora, con tanta intensidad que nadie la reconoció como falsa. Al parecer había decido mostrarse más amable conmigo, todo para impresionar a los otros o para evitar que dijera lo que sabía sobre él. Aunque tuviera esa sonrisa plástica. Había una rigidez en su postura por la manera en la que cruzaba los brazos que me decía, y a nadie más, que no estaba feliz de ir conmigo al igual que yo. -Puedo conducir la mayor parte del viaje-


-No me molestaría hacer mi parte- Dije, tratando de no mirar su ojo de vidrio. Además no seria cómodo ser llevada en un auto manejado por alguien que tenía un problema para percibir defectos a la distancia.


-Me gustaría hablar con Sydney en privado antes de que se vaya, si está bien- Dijo mi padre.


Nadie tenía problemas con eso, y él me llevo a la cocina, cerrando la puerta tras nosotros. Estuvimos en silencio por unos momentos, mirándonos con los brazos cruzados. Me atreví a desear que tal vez fuera a recibir una disculpa por como habían estado las cosas entre nosotros el último mes, que me dijera que me perdonaba y que me quería. Honestamente, me hubiera hecho feliz si él simplemente quisiera darme un privado y paternal adiós.


Me miro con atención, sus ojos marrones eran idénticos a los míos. Esperaba nunca tener la misma mirada fría que él. -No tengo que decirte cuán importante es esto para ti, para todos nosotros-


Demasiado cariño paternal-


-No señor- Dije -No debe-


-No sé si podrás deshacer la desgracia que nos trajo sobre nosotros el que huyeras con ellos, pero esto es un paso en la dirección correcta. No arruines esto. Estas siendo probada. Sigue las órdenes. Mantén a la chica Moroi fuera de problemas- Suspiro y pasó sus dedos por su cabello rubio oscuro, que también había heredado. Era extraño, pensé, teníamos muchas cosas en común... pero éramos muy diferentes -Gracias a Dios, Keith está contigo. Sigue sus órdenes. Él sabe lo que hace-


Me puse rígida. Había una nota de orgullo en su voz de nuevo, como si Keith la mejor cosa que caminaba sobre la tierra. Mi padre se había encargado de que mi entrenamiento fuera minucioso, pero cuando Keith estuvo con nosotros, mi padre lo llevo a viajes y le dio lecciones de las que nunca fui parte. Mi hermana y yo habíamos estado furiosas. Siempre habíamos sabido que a mi padre lamentaba haber tenido solo hijas, y eso estaba comprobado. Pero no eran los celos lo que hacía rechinar mis dientes y hervir mi sangre ahora.


Por un momento pensé, ¿Qué pasaría si le dijera lo que sabía? ¿Que pensaría de su chico dorado? Pero al mirar en los ojos de mi padre tuve mi respuesta. Nadie me creería. Eso fue seguido de la voz de una niña asustada, pidiéndome y mirándome con unos grandes ojos marrones. No lo digas, Sydney. Hagas lo que hagas, no digas lo que hizo Keith. No le digas a nadie. No podía traicionarla a ella de esa manera.


Mi padre aun estaba esperando por mi respuesta. Tome un respiro y asentí. -Sí, señor-


Elevo sus cejas, claramente satisfecho y me apretó el hombro. Eso era lo más cercano a una muestra de afecto. Me estremecí, tanto por la sorpresa como debido a lo rígida que estaba por la frustración. -Bien- Él avanzo hasta la puerta de la cocina donde se detuvo para voltearse a verme. -Quizás aun hay una esperanza para ti-

martes, 16 de agosto de 2011

Capitulo 1 de Succubus Revealed en español

CAPITULO 1


Esta no era la primera vez que usaba un vestido de aluminio. Era, sin embargo, la primera vez que lo usaba en un entorno familiar.


-¡Vixen!-


La voz de Santa retumbo por encima de la multitud que había en el centro comercial, y me apresure a alejarme de donde había estado acorralando a un grupo de niños vestidos a rayas. No era el verdadero Santa Claus quien me llamaba, por supuesto. El hombre sentado en el trono se llamaba Walter algo, pero les pedía a los que trabajábamos como sus “elfos” que lo llamáramos Santa. Por el contrario, él nos había bautizado a todos con nombres de los 7 enanitos y con el de los renos. Se tomaba su trabajo muy en serio y nos dijo que los nombres lo ayudaban a mantenerse en el personaje. Si cuestionábamos eso, nos entretendría con sus historias sobre su extensa carrera como actor Shakesperiano, que según él había llegado a su fin debido a su edad. Nosotros teníamos otras ideas de porque había terminado su corta carrera.


-Santa necesita otra bebida- Me dijo en un susurro, una vez que llegue a su lado -Gruñón no quiere darme uno- Inclino su cabeza hacia otra mujer con vestido de aluminio verde. Ella detenía a un niño que se retorcía mientras Santa y yo conversábamos. Reconocí su expresión de dolor al tiempo que miraba mi reloj.


-Bueno, Santa- Dije -Eso es porque solo ha pasado una hora desde que tomaste el último. Sabes el trato: un trago en tu café cada tres horas-


-¡Hicimos ese trato hace una semana!- Siseó -Antes de que la multitud creciera. No tienes ni idea de lo que soporta Santa- No sabía si era parte de su actuación o si simplemente era un capricho de su personalidad, pero también solía referirse mucho a sí mismo en 3era persona -Una niña me acaba de pedir buenas calificaciones para entrar a Yale. Creo que ella tenía nueve años-


Le ahorre el momento de compasión. El centro comercial donde estábamos estaba en una de las zonas más adineradas de Seattle, y a veces las solicitudes iban más allá de balones de futbol y ponies. Los niños también solían estar mejores vestidos que yo (cuando no tenia puesta mi ropa de elfo), lo que era una gran hazaña.


-Lo siento- Dije. Tradición o no, poner niños en el regazo de un hombre mayor era espeluznante para m. No necesitábamos mezclar alcohol en esto -El trato se mantiene-


-¡Santa no podrá soportar mucho más de esto!-


-Santa tendrá un descanso en 4 horas- Señale.


-Desearía que Cometa estuviera aquí- Dijo petulante -Ella es más indulgente con las bebidas-


-Sí. Y estoy segura de que ella esta bebiendo mucho ahora, ya que está desempleada- Cometa, una ex duende, había sido generosa con los tragos de Santa y también con los de ella misma. Ella pesaba la mitad de lo que él así que los gerentes la habían llamado para que se quitara su uniforme. Le hice un gesto a Gruñón -Adelante-


El niño se Adelanto y se subió al regazo de Santa. Para su crédito, Santa se metió en su papel y no me molesto (o al niño) pidiéndome un trago -¡Ho ho ho! ¿Qué te gustaría para esta temporada de vacaciones de invierno?- Incluso usaba un acento británico, lo que no era necesario para el papel pero lo hacía ver más autoritario.


El niño lo considero -Quiero que mi papa vuelva a casa-


-¿Ese es tu padre?- Pregunto Santa, mirando a la pareja que estaba cerca a Gruñón. La mujer era linda y rubia, parecía alguien de 30 años que usaba mucho botox. Me sorprendería si el chico que estaba con ella tenía la edad suficiente como para estar fuera de la universidad, me sorprendería muchísimo.


-No- Dijo el niño -Son mi mama y su amigo Roger-


Santa estuvo en silencio unos minutos -¿No hay nada más que quieras?-


Los deje y volví a mi lugar cerca del comienzo de la línea. La noche iba avanzando, y el número de familias aumentaba. A diferencia de Santa, mi turno acababa en menos de una hora. Podría hacer algo de compras y perderme la peor parte del tráfico. Como empleada del centro comercial, tenía un considerable descuento, lo que hacía al Santa ebrio y los vestidos de aluminio más fácil de soportar. Una de las mejores cosas de la época mas feliz del año era que todos los grandes almacenes tenían muchos cosméticos y fragancias para regalo, regalos que necesitaba desesperadamente en mi baño.


-¿Georgina?-


Mis sueños de ciruelas y Christian Dior fueron interrumpidos por el sonido de una voz familiar. Me di la vuelta y sentí mi corazón hundirse cuando vi una mujer de mediana edad con el cabello corto.


-Janice, hey. ¿Cómo te va?-


Mi ex compañera de trabajo me devolvió una sonrisa perpleja -Bien. Yo… no esperaba verte aquí-


Tampoco espera que me viera aquí. Fue una de las razones por las que elegí trabajar fuera de la ciudad, específicamente para evitar ver a alguien de mi antiguo trabajo. -Seguramente ¿No vives en Northgate?- Trate de no sonar como si la estuviera acusando.


Asintió mientras colocaba su mano en el hombre de una pequeña de cabello oscuro -Lo hacemos, pero mi hermana vive allí, y vamos a visitarla después de que Alicia hable con Santa-


-Ya veo- Dije, sintiéndome mortificada. Maravilloso. Janice va a regresar a Emerald City Libros y Café, y le diría a todos que me vio vestida como un elfo. Nada podría hacer las cosas peor, supongo. Todo el mundo pensaba que era una prostituta. Esa era la razón por la que renuncie semanas atrás. ¿Que era estar vestida como un elfo después de eso?


-¿Este Santa tiene algo?- Pregunto Alicia impaciente -El del año pasado no me dio lo que quería-


Durante el zumbido de la multitud apenas escuchaba a Santa diciendo -Bueno, Jessica, no hay mucho que Santa pueda hacer con la tasa de interés- Me volví hacia Alicia.


-Depende de lo que desees- Dije.


-¿Como acabaste aquí?- Pregunto Janice, con una pequeña mueca.


Sonaba preocupada, lo que me parecía mejor que un regodeo. Tenía la sensación de que había un grupo de personas en la librería que adorarían mi sufrimiento… no era que este trabajo fuera tan malo.


-Bueno, esto es temporal, obviamente- Explique -Me da algo que hacer mientras tengo otras entrevistas, y tengo un descuento en el centro comercial. Y realmente, es otra forma de servicio al cliente- Estaba intentando muy duro no sonar desesperada o a la defensiva, pero con cada palabra, la intensidad de cuanto extrañaba mi antiguo trabajo me golpeaba fuerte.


-Oh, bien- Dijo, mirándome algo aliviada -Estoy segura de que encontraras algo pronto. Parece que la línea se está moviendo-


-Espera, Janice- La tome del brazo antes de que se alejara. -¿Cómo… como esta Doug?-


Deje muchas cosas en Emerald City: una posición de poder, una buena atmosfera, ilimitados libros y cafés… pero tanto como extrañaba esas cosas, no las extrañaba tanto como extrañaba a una persona: mi amigo Doug Sato. Él, más que nada, fue lo que me impulso a renunciar. No habría sido capaz de trabajar con él nunca más. Hubiera sido terrible, ver como alguien a quien quería me miraba con desprecio y decepción. Había tenido que alejarme de eso y sentía que había tomado la decisión correcta, pero seguía siendo duro alejarse de una persona que había estado en mi vida durante los últimos cinco años.


La sonrisa de Janice volvió. Doug tenía ese efecto en las personas. -Oh, tu sabes. Él es Doug. El mismo, chiflado Doug. La banda está progresando. Y creo que él puede con tu trabajo. Er, tu antiguo trabajo. Están buscando tu remplazo- Su sonrisa se desvaneció, como si se diera cuenta que eso podría molestarme. No lo hizo, mucho.


-Eso es genial- Dije -Estoy feliz por él-


Ella asintió y se despidió antes de apurarse a regresar a la fila. Detrás de ella, una familia de cuatro dejo de enviar mensajes en sus celulares iguales. Un momento después, volvieron a sus celulares, sin duda contándoles a sus amigos del Twitter su tonta experiencia en el centro comercial.


Puse una sonrisa alegre que no reflejaba como me sentía por dentro y continúe ayudando en la fila hasta que llego Estornudo, mi remplazo. Lo puse al día con el horario de bebida de Santa y luego fui a las oficinas administrativas del centro comercial. Una vez dentro del baño, cambie de forma para quitarme el vestido, me puse un jean y un suéter mucho más elegante. Incluso hice azul el suéter para evitar las confusiones. Estaba fuera del horario de la festividad.


Claro, mientras caminaba de vuelta al centro comercial, no pude dejar de notar que nunca estaba fuera del horario de mi trabajo principal: ser una succubus en el servicio ilustre del infierno. Siglos de corrupción y seducción de almas me había dado un sexto sentido para detectar quienes eran los más débiles a mis encantos. Las fiestas, que aparentaban ser un tiempo de alegría, también solían sacar lo peor de las personas. Podía sentir la desesperación en todas partes. Aquellos que esperaban desesperadamente encontrar el regalo perfecto para ganar el cariño de los que amaban, los insatisfechos con su capacidad de proporcionarle cosas a los que amaban, los que tenían que comprar todo para tener una “perfecta” fiesta en la que ni siquiera estaba interesados… Si, estaba en todas las partes si sabía buscarlo: el dolor y la frustración escondida en la alegría. Esas eran las clases de almas que estaban listas para ser tomadas. Podría haber elegido a cualquier cantidad de chicos y cumpliría mi cuota de la semana.


Mi corta experiencia con Janice me había dejado un sentimiento extraño, como sea, y no podía reunir la energía necesaria para tener una conversación con un descontento hombre de negocios suburbano. En cambio, me consolé comprando cosas para mi e incluso algunos regalos necesarios para los demás, demostrando que no era totalmente egoísta. Para cuando me fui, sentía que el trafico se había calmado y me sería fácil conducir hasta la ciudad. Cuando pase por el centro, escuche la risa ho-ho-ho de Santa mientras agitaba sus brazos, lo que asustaba al pequeño niño que estaba en sus piernas. Suponía que alguien debía haber roto el acuerdo sobre beber.


Camino a casa me di cuenta de que tenía 3 mensajes de voz, todos de mi amigo Peter. Antes de que pudiera escucharlos, el teléfono sonó.


-¿Alo?-


-¿Donde estas?- La voz frenética de Peter lleno mi Passat.


-En mi carro ¿Tu?-


-En mi departamento. ¿Dónde más? ¡Todos están aquí!-


-¿Todos? ¿De qué estás hablando?-


-¿Lo olvidaste? Maldita sea, Georgina. Era mucho más puntual cuando estabas sola y triste-


No hice caso al calendario y revise mi calendario mental. Peter era uno de mis mejores amigos. Además era un vampiro neurótico, obsesivo compulsivo que adoraba hacer cenas y fiestas. Usualmente hacia una a la semana, nunca por la misma razón, así que era fácil olvidarse.


-Es noche de fondue- Dije al fin, orgullosa de mi misma por recordarlo.


-¡Sí! Y el queso se está enfriando. No estoy hecho de Sterno (un aparato para calendar comida), sabes-


-¿Por qué no empezaron a comer?-


-Porque somos civilizados-


-Discutible- Medite sobre si quería ir o no. Parte de mi quería ir a casa y acurrucarme con Seth, pero sentía que él estaba trabajando. Probablemente tendría que esperar para acurrucarme, mientras que podría apaciguar a Peter en este momento. -Bien. Empiecen sin mí, estaré ahí pronto. Estoy en el puente en este momento- Con nostalgia pase por la salida que me llevaría donde Seth y fije mi mirada en la que me llevaría donde Peter.


-¿Recordaste comprar vino?- Me pregunto.


-Peter, hace un minuto no recordaba que tenía que ir a tu casa. ¿Realmente necesitas el vino?- Había visto el gabinete de vinos de Peter. En un día cualquiera, él tenía docenas de vinos rose y blancos, nacionales e internacionales.


-No quiero quedarme sin los buenos- Dijo.


-Tengo serias dudas… espera. ¿Carter está ahí?-


-Si-


-Muy bien. Llevare algo de vino-


Llegue a su departamento 10 minutos después. Su compañero de cuarto y aprendiz, Cody, me abrió la puerta y me dio una gran sonrisa llena de colmillos. Luces, música, y el olor del fondue llego a mí. El departamento avergonzaría a Santa ya que la había llenado de adornos. Y no solo de Navidad.


-¿Desde cuándo tiene un candelabro- Le pregunte a Cody -Ninguno de los dos es judío-


-Bueno, tampoco somos cristianos- Menciono, llevándome al comedor -Peter quería tener un poco de muchas culturas. Los cuartos de huéspedes están decorados al estilo Kwanza, si conoces a alguien que busque una experiencia vulgar-


-¡No es vulgar!- Peter se levanto de la mesa donde mis amigos inmortales comían queso fundido. -No puedo creer que seas insensible respecto a las tradiciones religiosas de otras personas ¡Jesucristo! ¿Eso es una caja de vino?-


-Dijiste que querías vino- Le recordé.


-Quería buen vino. Por favor, dime que no es rose-


-Claro que es rose. Y no me dijiste que trajera buen vino. Dijiste que estabas preocupado de que Carter se tomara tus buenos vinos. Así que conseguí este para él, tu vino está a salvo-


A la mención de su nombre, la única criatura del cielo en la habitación me miro -Dulce-Dijo, aceptando la caja que le entregue -La pequeña ayudante de Santa hace delivery- Abrió la caja y miro a Peter -¿Tienes un sorbete?-


Me senté en el asiento vacío al lado de mi jefe, Jerome, quien sumergía un pedazo de pan en el queso cheddar. Era el Archidemonio de Seattle y había decidido verse como John Cusack en 1990, lo que hacía fácil olvidarse de su verdadera naturaleza a veces. Afortunadamente, su verdadera personalidad salía a relucir cada vez que abría la boca. -Estas aquí un minuto, Georgie, y has hecho que este encuentro decaiga un 50% en clase-


-Chicos, están comiendo fondue un martes en la noche- Les recordé -Lo podrían haber hecho bien sin mi-


Peter se había sentado de nuevo y trataba de aparentar calma -El Fondue es muy elegante. Todo esta en la presentación. ¡Hey! ¿Donde conseguiste eso?-


Carter había puesto la caja de vino en sus piernas, el dispensador estaba en la parte superior, y ahora bebía de ella con un gran sorbete que sospechaba había sido conjurado de la nada.


-Al menos no lo está haciendo con una botella de Pinot Noir- Le dije a Peter con buen humor. Me serví un poco de fondue y tome un pedazo de manzana. Al otro lado de Jerome, Hugh escribía en su celular, recordándome a la familia en el centro comercial. -¿Contándoles a todos sobre esta fiesta nada elegante?- Bromee. Hugh era un diablillo, un tipo de asistente administrativo del infierno, así que podría estar en la compra y venta de almas por teléfono.


-Claro- Dijo Hugh sin levantar la mirada -Estoy actualizando mi Facebook. ¿Sabes porque Roman no responde mi solicitud de amistad?-


-No lo sé- Dije -Apenas he hablado con él en estos días-


-Cuando hable con él temprano me dijo que tenía trabajo esta noche- Explico Peter -Así que debemos seguir adelante y elegir por él-


-¿Elegir?- Pregunte inquieta -Oh señor. No me digas que también es noche de Pictionary-


Peter suspiro cansado -Tenemos el sorteo del Santa Secreto. ¿Lees los mensajes que te envió?-


-¿Santa Secreto? No lo hicimos ya- Dije.


-Sí, hace un año- Dijo Peter -Como lo hacemos cada Navidad-


Mire a Carter quien estaba bebiendo su vino -¿Perdiste mi sombrero? Te ves como si debieras usarlo- El cabello rubio del ángel, que le llegaba a la barbilla, estaba más despeinado que de costumbre.


-Dinos lo que realmente piensas, Georgina- Respondió. Paso una mano por su cabello, pero solo empeoro las cosas. -Lo estoy guardando para una ocasión especial-


-Si me toca tu nombre de nuevo, voy a comprarte dos sombreros para que no tengas que guardarlo-


-No quiero que te molestes-


-No me molesta, tengo descuento en el centro comercial-


Jerome suspiro y dejo su tenedor. -¿Sigues haciendo eso, Georgie? ¿No sufro lo suficiente como para tener que soportar la humillación de que mi succubus pase sus noches vestidas como un elfo navideño?-


-Siempre me decías que renunciara a la librería y buscara otro trabajo- Le recordé.


-Sí, pero fue porque pensé que buscarías un trabajo más respetable. Como convertirte en una stripper o en la amante del alcalde-


-Esto es temporal- Le di a Carter la copa de cristal que había al lado de mi plato. La lleno de vino y me la devolvió. Peter gimió y murmuro algo sobre el despojo de Tiffany.


-Georgina no necesita más de esas cosas nunca más- Bromeo Cody -Está enamorada ahora-


Jerome miro fijamente al vampiro. -No vuelvas a decir algo tan acaramelado nunca más-


-Tú eres quien empezó- Le dije a Cody, incapaz de ocultar mi sonrisa. -Me sorprende que te hayas alejado de Gabrielle esta noche- Su rostro se lleno de ensueño a la mención de su amada.


-Eso hace dos de nosotros- Observo Peter. Sacudió la cabeza con amargura. -Ustedes chicos y sus perfectas vidas amorosas-


-Casi perfecta- Dije al tiempo que Cody decía. -Es perfecta-


Todos los ojos se fijaron en mí. Incluso Hugh dejo de mirar su celular. -¿Problemas en el paraíso?-


-¿Porque siempre asumen eso? Y no, por supuesto que no- Me burle, odiándome por el desliz -Las cosas son fantásticas con Seth-


Y lo eran. Solo con decir su nombre me llenaba de alegría. Seth. Seth era lo que hacía que todo valiera la pena. Mi relación con él era lo que había provocado los problemas con mis ex compañeros de trabajo. Ellos decían que yo era la razón por la que él había terminado su relación con la hermana de Doug. Lo que supongo era cierto. Pero no importaba cuanto amara ese trabajo, renunciar era un precio justo para estar con Seth. Podía soportar ser un elfo. Podía soportar las reglas que habíamos puesto sobre nuestra vida sexual para que mis poderes de succubus no lo secaran. Con él podía manejar todo. Incluso un futuro de condenación.


Había solo un par de diminutas cosas sobre mi relación con Seth que me hacían detenerme. Una de ellas había estado carcomiéndome por días, una que trataba de ignorar. Pero ahora, de repente, con mis amigos inmortales viéndome, finalmente tuve el poder de decírselos.


-Es solo que… no creo que alguno de ustedes le dijera a Seth mi nombre, ¿no?- Viendo la confusión de Peter, agregue -Mi nombre real-


-¿Por qué lo mencionas?- Pregunto Hugh disimuladamente, volviendo a su celular.


-Ni siquiera sé cuál es tu verdadero nombre- Dijo Cody. -¿No es Georgina?-


Me arrepentí de haberlo dicho. Era estúpido de mi parte preocuparme por eso, y por sus reacciones eso era lo que pensaban.


-¿No quieres que sepa tu nombre?- Pregunto Hugh.


-No… está bien. Solo que, bueno. Solo que es raro. Un mes atrás o algo así, cuando estaba medio dormido, me llamo así. Letha- Agregue, para que Cody entendiera. Me las arregle para pronunciar el nombre sin titubear. No era un nombre que me gustara. Lo deje de usar siglos atrás, cuando me volví una succubus, y estuve cambiando de nombre desde entonces. Desterré ese nombre, desterré mi vida antigua. Quería borrarlo con tantas ansias que vendí mi alma a cambio de que todos me olvidaran. Esa fue la razón por la que la conversación con Seth me desconcertó. No había manera de que el supiera mi nombre.


-Eres el mundo, Letha…- Me dijo soñoliento.


Él ni siquiera lo recordaba, y mucho menos recordaba donde lo había escuchado. -No lo sé- Me dijo cuando se lo pregunte luego -Mitos griegos, supongo. El río Lethe, donde las almas limpian sus recuerdos… para olvidar el pasado…-


-Es un lindo nombre- Dijo Cody.


Me encogí de hombros -El punto es que nunca se lo dije a Seth. Pero de alguna manera él lo sabe. No puede recordar nada de eso, donde lo escucho-


-Debe haberlo escuchado de ti- Dijo Hugh, siempre práctico.


-Nunca se lo dije. Recordaría si lo hubiera hecho-


-Bueno, de repente fue otro inmortal, estoy seguro que fue uno de ellos. Probablemente él lo escucho- Peter frunció el ceño -¿Tienes algún premio con tu nombre? Quizás él lo vio-


-No dejo mi premio por ser ‘La Mejor Succubus’ por ahí- Señale.


-Bueno, deberías- Dijo Hugh.


Mire a Carter detenidamente -Has estado muy callado-


Dejo de beber de la caja de vino -Estoy ocupado-


-¿Tu le dijiste a Seth mi nombre? Me lo has dicho antes- Carter, a pesar de ser un ángel, parecía tener un afecto genuino por nosotros, las almas condenadas de la habitación. Y al igual que un niño de primaria pensaba que la mejor manera de demostrarnos ese cariño era molestándonos. Llamándome Letha, cuando el sabia que detestaba el nombre, y algunos nombres de mascotas que nos había puesto.


Carter negó con la cabeza -Lamento decepcionarte, hija de Lilith, pero nunca se lo dije. Me conoces, soy un modelo de discreción- Se escucho un sonido de succión mientras se acababa el vino.


-Entonces ¿cómo lo averiguo Seth?- Demande -¿Cómo podría saber el nombre? Alguien debe habérselo dicho-


Jerome suspiro sonoramente -Georgie, esta conversación es más ridícula que la de tu trabajo. Ya tienes tu respuesta: ya sea que fuiste tú o otra persona, alguien se lo dijo. ¿Por qué todo tiene que ser tan dramático para ti? ¿Acaso buscas algo que arruine tu felicidad?-


Él tenía un punto. Y honestamente, no sabía porque me había molestado esto por tanto tiempo. Todos tenían razón. No había misterio aquí, no había ningún temblor. Seth debía haber escuchado mi nombre por ahí, fin de la historia. No había razón para que actuara de manera exagerada o para que suponga lo peor, solo un poco, la voz insistente en mi cabeza se negaba a olvidarlo.


-Es raro- Dije sin convicción.


Jerome puso los ojos en blanco -Si quieres algo de qué preocuparte, tengo algo-


Todo sobre Seth se alejo de mi mente. Todos en la mesa (excepto Carter, que seguía sorbiendo vino) se congelaron para escuchar a Jerome. Cuando mi jefe tenía algo de qué preocuparse había una posibilidad de que fuera algo terrorífico y feroz. Hugh también estaba sorprendido, lo que era una mala señal. Por lo general sabía las cosas al mismo tiempo que Jerome.


-¿Qué está pasando?- Pregunté.


-Tome unos tragos con Nanette la otra noche- Gruño. Nanette era la Archidemonia de Portland -Ya es bastante malo que no me deje olvidar lo de la invocación. También me dijo alguna mierda sobre que su gente es mejor que la mía-


Mire brevemente a mis amigos. No éramos exactamente empleados modelos del infierno, así que era posible que Nanette tuviera razón. Pero ninguno de nosotros se lo diría a Jerome.


-Así que- Continuo -Cuando lo negué, ella me exigió que probemos que subordinados infernales son los mejores-


-¿Cómo?- Preguntó Hugh, mirando ligeramente interesado -¿Quien corrompe más almas?-


-No seas ridículo- Dijo Jerome.


-¿Entonces con qué?- Pregunte.


Jerome nos dio una sonrisa con los labios apretados. -Con bowling-


Traducido por VAMPIRE ACADEMY PERÚ ( si coges la info danos el credito ^^)